Los momentos actuales en ocasiones se muestran oscuros para muchos y con razón, la situación económica que sufre nuestro país no es para saltar de alegría. Sin embargo en esta vida no es un requisito indispensable tener mal humor, como nuestro segundo representante es bueno para nuestra salud física y mental ser realista, sí, pero esto significa tener en cuenta que igual que es posible que las cosas vayan a peor, también pueden mejorar. Todos los psicólogos recomiendan tener expectativas positivas que viene a ser hacer todo lo posible por ver el lado bueno de las cosas, consiguiendo de esta manera tener pensamientos positivos y sentir emociones positivas. Haciendo un gran esfuerzo de síntesis, podemos señalar que lo que separa a las personas alegres de las pesimistas es la forma que tienen de interpretar y procesar las circunstancias de su vida.
Una persona optimista es más dinámica y vive más satisfecha con su vida, exprimiendola al máximo y actuando sobre aquello que puede cambiar para al alcanzar sus metas. Las personas deberíamos OCUPARNOS, más que PRE-OCUPARNOS ya que si no tenéis una bola mágica con la que adivinar lo que nos depara el futuro, ¿por qué no esperar que este sea positivo?.
Hay que dejar claro que ser optimista no significa ser tonto, es decir, creer que las cosas van a cambiar solas sin que te esfuerces o hagas algo. Debemos ser optimistas inteligentes, personas que sin negar la realidad, aceptan los problemas y lo que les pasa pero tratan siempre de ver el lado positivo de su vida y valorarla. El famoso Dr. Rojas Marcos comenta en varias de sus conferencias que “en un estudio que se hizo sobre el grado de felicidad de un grupo de 60 niños y niñas que siendo menores de 14 años sobrevivieron a quemaduras masivas del 70% de su cuerpo, y presentaban deformaciones y limitaciones físicas imposibles de corregir, el nivel de felicidad que sentían estos pequeños era, 4 años después del siniestro, muy similar al de otro grupo de niños sin problemas físicos”. Nuestra vida es mejor de lo que en ocasiones pensamos, disfrutemos de lo bueno y vamos a ocuparnos de solucionar lo que podamos.
Así que levántate todos los días y pon pasión en aquello que hagas, es bueno entusiasmarse y sonreír (en otra investigación realizada se demostró que un niño ríe de media al día 300 veces, mientras que un adulto solo ¡80!). Como dijo aquel, “la vida es como los chistes, no importa tanto lo larga que sea si no lo mucho que te haga reír”.