Empiezan por estas fechas las competiciones escolares, antes ya lo han hecho en muchos casos las federadas y por supuesto las autonómicas.
No viene mal recordar que este deporte es absolutamente dependiente de los papás y mamás de nuestros deportistas, son los que pagan (cada vez más por cierto), para que hagan las respectivas actividades, quien los lleva y los trae y por ende con quien tenemos que convivir los Entrenadores de base.
Siempre recuerdo a los Monitores que “despotrican” de este o aquel papá, que sin ellos seria imposible mantener el montaje del deporte base en España.
Con cada vez con menos ayudas, subvenciones y encareciendo fichas, arbitrajes y mutualidades dentro de un futuro no muy lejano, hacer deporte sin más, se convertirá en un articulo de lujo.
Dejando de lado las valoraciones políticas sobre nuestro deporte, que darían para escribir mucho y que posiblemente derivarían en el cierre de este blog, prefiero centrarme en la idea inicial que tenía cuando me he sentado a escribir.
Los Entrenadores de base (que actualmente es lo que soy), debemos entender a los padres de nuestros jugadores, pero no podemos fomentar el exceso de presión sobre los niños.
Los padres deben de entender que sus hijos, (salvo rarísimas excepciones), no van a ser profesionales del deporte, no van a ser estrellas y tan solo quieren practicar la actividad que les gusta con sus amigos o compañeros de clase.
Eso sí, aunque su hijo no sea tan buen jugador como el padre desearía, no hay que olvidar que siempre seguirá siendo su hijo.
No nos gusta ver aunque lo podemos comprender, tener a los padres a pie de pista viendo todos los entrenamientos.
No nos gusta que constantemente se fomente el individualismo y egoísmo en contra de lo que predicamos e intentamos inculcar a sus hijos, premiar los puntos que uno mete, por ejemplo, no ayuda en nada a la formación de un jugador y mucho menos a una persona.
No nos gusta ver protestar a los padres en los partidos insultando a los árbitros, deberían de comprender que sin el esfuerzo de, en muchos casos chavales jóvenes que se brindan a arbitrar, sus hijos no jugarían partidos.
Es deplorable ver como en algunos casos aislados, hasta se falta al respeto a los rivales, no se nos olvide que son compañeros de su hijo o incluso han podido compartir equipo en selecciones locales o autonómicas.
Criticar las decisiones de los Técnicos, solo pueden elevar la presión de los Entrenadores que empiezan, debemos de dejar que cometan errores como parte de su aprendizaje, igual que con los jugadores.
No hace mucho, el padre de un jugador infantil me decía que para la familia, el partido del niño del fin de semana se convertía en el acontecimiento que había que seguir fuera donde fuera.
Admitiendo la pasión de ser padre y disfrutar viendo a tus hijos jugar, solo animo a quien lea esto y que en alguno de los supuestos se sienta mínimamente identificado, que piense antes de verse reflejado como un “papá insoportable”, hasta para su propio hijo/a.