Me surgen varias preguntas sobre la situación actual de nuestros formadores: ¿se han formado adecuadamente?, ¿se han adaptado a los cambios y han continuado formándose y aprovechando todo lo positivo que nos traen las nuevas investigaciones, conocimientos, métodos de trabajo…? O por el contrario, ¿han desechado lo más positivo del progreso y se han quedado con lo más “beneficioso” egoístamente hablando?
Voy a dar mi opinión al respecto dejando claro que solo es eso, una opinión más que se suma a todas las que vosotros podéis tener y con la que podéis estar de acuerdo, o no.
Desde mi punto de vista cada vez son menos los que se preocupan de su crecimiento académico, laboral y personal, y muchos más los conformistas que no encuentran motivaciones en nada ante una sociedad cada vez más injusta que premia el amiguismo ante la formación, el oportunismo ante la experiencia o el marketing ante la trabajo. Este es el caldo de cultivo en el que están creciendo los responsables de la educación deportiva de nuestros/as niños/as, los que deben transmitirles valores y educación a través del deporte. Y sabiendo esto, yo pregunto a su vez a responsables deportivos y los padres ¿sabe usted a quien contrata?, ¿qué criterio sigue para sumar un formador a su club?, ¿sabe usted en manos de quien dejas sus hijos/as? o ¿en que basa su decisión para que sus hijos/as pertenezcan a un club u otro?
Desgraciadamente la necesidad de formadores por el creciente número de licencias y equipos está haciendo a los clubes, Escuelas Municipales, fundaciones… poner al frente de la gran responsabilidad de formar a quienes no están preparados ni cumplen el perfil que los ENTRENADORES. Esta situación es muy negativa, especialmente para los niños/niñas, pues el daño que se puede hacer a personas en formación puede ser irreversible, de igual manera que se perjudica la salud de nuestro deporte.
Para que seamos más conscientes y podamos sumar y no restar a esta importante labor en la que todos debemos implicarnos, diferenciaré claramente entre los formadores a los que se les puede atribuir el adjetivo de “ENTRENADOR”, y a los que llamaremos “entrenador” porque así aparece en su licencia ya que la burocracia no hace distinciones. Existen muchas más características de cada uno, pero yo solo pondré una muestra de todas ellas:
-
- Persona íntegra, equilibrada y justa cuyas convicciones coinciden con los valores positivos del deporte: educación, compromiso, respeto, imaginación, sacrificio, amistad, superación, cooperación, disciplina, fair play…
- Posee conocimientos técnicos, tácticos y psicológicos con la capacidad de saberlos transmitir y que sean entendidos por los jugadores/as.
- Está en continua formación, aprendiendo cada día para ser honesto consigo mismo y con la formación de sus jugadores y equipos.
- Planifica las temporadas y los entrenamientos en función de los objetivos colectivos e individuales del grupo bajo la filosofía del club.
- Se sabe consciente de que es un modelo a imitar por sus jugadores y la imagen a transmitir de toda una entidad deportiva que ha confiado en él.
- Hace valorar y respetar su trabajo y el de sus colegas, y pide respeto para el esfuerzo que realizan sus jugadores.
- Sacrifica su tiempo y esfuerzo por devolver al basket lo que seguramente este le ha dado, como una forma de vida en torno a este deporte que se traduce en principios, ideales, amistades, experiencias, sacrificios, prioridades, alegrías que le han hecho feliz y decepciones que le han hecho más fuerte, sentimiento por un colectivo, por un equipo, por unos colores, por un club…
- Siente empatía y respeto por todos los estamentos que participan en el crecimiento del baloncesto: entrenadores, delegados, preparadores físicos, fisioterapeutas, médicos, utilleros, jugadores, padres, árbitros, anotadores, directivos, patrocinadores, aficionados, speakers…; pero también con los técnicos que nos reservan las pistas, los conserjes de los pabellones que nos tienen las canchas preparadas, los servicios de limpieza que tiene los vestuarios a punto…
- Mientras que el “entrenador”, con minúsculas, son todos los demás, y que reconoceréis por:
- Su único objetivo es la victoria por encima de todo para saciar su ego y obtener un mal atribuido e interpretado éxito social. De esto se desprende su ausencia de principios deportivos y la falta de respeto por sus jugadores a los que ve como una mera herramienta para obtener sus propósitos. Ni que decir tiene, leído lo anterior, que cuando el equipo gana ha sido gracias a él y cuando pierde ha sido culpa de los jugadores que no le han hecho caso o del árbitro de turno.
- Cree estar siempre en posesión de la verdad por lo que no consideran necesario formarse ni aprender de “sus compañeros” pues no tienen nada que ofrecerle.
- No planifica temporadas ni entrenamientos pues no respeta lo que hace ni para quien lo hace. La improvisación es su principal arma y la desgracia de cuantos jugadores pases por su “dirección”…
- Está especialmente interesados en la remuneración y en los horarios, pues la palabra sacrificio no entra en su vocabulario y el basket no es una de sus prioridades.
- No es consciente de que es un modelo para los jugadores/as por lo que no cuida su imagen o vocabulario, se salta las normas del equipo como la puntualidad o el respeto, o es “agresivo” con los árbitros.
Como digo se les pueden atribuir muchas más características a unos y a otros, pero creo recoger lo esencial para que podamos diferenciar ambos tipos e identificar lo que queremos para nuestro club o nuestros hijos/as.
Yo tendría claro a quien quiero a mi lado trabajando o formando a niños/as, y sería mi principal inquietud conocer el tipo de responsable que es la persona designada para caminar junto a los jugadores/as en su crecimiento deportivo y personal. Invito a los clubes, y a los padres especialmente, a que pongan entre su orden de prioridades como número 1 a la hora de hacer su elección el conocer al formador para poder distinguir entre “entrenador” y “ENTRENADOR”.
Esta distinción que os invito hacer a todos evitaría situaciones como la de tratar por igual a los “ENTRENADORES” y a los “entrenadores”, pues no lo son en absoluto. Y es que si a nivel profesional se tiene en cuenta el curriculum que recoge la formación, experiencia y méritos de cada uno, a nivel amateur esto se obvia, y se recompensa de igual manera ambos modelos de formador en aspectos tales como el económico o social, y es un gran error. Es un gran error porque la CALIDAD hay que pagarla y reconocerla, y debemos comenzar a ser conscientes de que la formación deportiva es un trabajo para los ENTRENADORES y no tan solo un hobbie. Su formación les requiere un desembolso a través de cursos, clinics, masters… por no hablar ya de las licenciaturas o diplomaturas universitarias relacionadas con el deporte, y evidentemente no invierten los mismo ambos tipos de formadores. Por lo tanto, y me dirijo a los responsable de entidades deportivas de cualquier nivel, inviertan gran parte de su presupuesto en ENTRENADORES que sus jugadores/as, equipos, padres, aficiones, ayuntamientos y la sociedad en general serán los verdaderos beneficiados.
Extraído de Genera Basket