Colección de artículos

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¿Entrenamos mucho o poco?

Sin tener datos reales, me atrevería a decir que el 80% (e igual me quedo corta) de los equipos de baloncesto en España, con jugadores menores de edad y en categorías de junior hacia abajo, carecen de un Preparador Físico. ¿Cuál es el motivo?  Supongo que el mismo por el que los entrenadores de formación son entrenadores SIN formación en muchos casos. Bien porque el trabajo está muy mal pagado para las horas que hay que dedicarle o bien porque no se tiene conciencia sobre la importancia de la preparación física en general y, concretamente, sobre la preparación física independientemente de la edad del deportista.

Dentro del extenso ámbito de la preparación física quiero discutir, proponer o, simplemente, dar mi opinión en este artículo sobre el volumen o número de horas que dedicamos a la práctica deportiva del baloncesto. Quizás parece una tontería, pero también debe cumplir ciertas normas o reglas generales acorde a la edad del practicante. Por lo que he observado estos años parece tónica habitual dentro de los clubes y colegios, que en categorías de minibasket se entrenen dos días a la semana durante una hora y media, y en canastas grandes tres días de hora y media cada día. Por lo tanto, me vienen a la cabeza varias preguntas… ¿Un niño de 12 años debe entrenar el mismo número de horas que uno de 17? ¿Deberían entrenar lo mismo un niño de 14 años que lleva siete ya jugando que uno que apenas acaba de empezar?  ¿Es mejor entrenar más días durante menos tiempo, o concentrarlo todo en menos días? Son preguntas que quiero intentar contestar con la idea que tengo yo sobre cómo planificar la vida deportiva, que ni mucho menos son ciencia escrita ni pretendo crear dogma con ellas y, seguramente, no entren dentro de los casos especiales de cada jugador, sino más bien mostrar la planificación ideal (quizás) poco ajustada al ritmo de vida que llevamos hoy en día.

Antes de nada mencionar las cinco fases de la Planificación a Largo Plazo (PLP) que hace Platonov (1988), ya que posteriormente voy hacer referencia a ellas y son por las que rijo mi opinión. Estas son: etapa de preparación inicial (8-11 años), etapa de preparación previa de base (12-15 años), etapa de preparación específica de base (16-19 años), etapa de preparación para la consecución de los mejores resultados (20-25 años) y, por último, etapa de preparación para el mantenimiento de los resultados (26 años) en adelante. Simplemente nombrarlas, para entender mejor los siguientes gráficos y reflexiones.

Evidencia dejo con mi propuesta que no estoy de acuerdo en cómo se reparte el volumen de trabajo hoy en día y, vuelvo a insistir, dentro de lo que yo veo día a día que igual no refleja la realidad de todos los lectores. Creo que equivocadamente se tiende a incrementar la intensidad de los entrenamientos a medida que el jugador avanza en edad y no tanto el volumen de horas. Según tengo entendido yo, a lo largo de la vida del deportista se debería ir incrementando progresivamente tanto una como la otra, es más, la variable que más debe aumentar en las primeras etapas es el volumen y más tarde la intensidad.

1 Volumen e Intensidad en las etapas de la PLP (Orbañanos, 2011)

En el gráfico 1 (Orbañanos, 2011) se puede observar claramente cómo en las primeras etapas es el volumen el que sufre un incremento más exponencial y en las últimas etapas menos, incluso llega a disminuir un poco. Por otro lado, la intensidad se tiene menos en cuenta en los primeros años de vida deportiva y crece abrumadoramente en los últimos hasta mantenerse igual en la última de sus etapas. Dentro de cada etapa y de cada temporada también existen picos dependiendo de las competiciones y del deporte que se practica. En el caso del baloncesto no debería importarnos tanto en las tres primeras etapas, ya que el objetivo es (o debería ser) formar a un jugador para el futuro, aunque muchas veces se nos olvide.

A la hora de coger un grupo nuevo a principio de temporada en un edad infantil o cadete habrá jugadores que lleven jugando desde los 8 años, otros que han empezado con 11 y otros que igual puede ser su primer año y que vengan de otro deporte. El volumen de horas no debería ser el mismo en todos los casos, ya que el cuerpo no está igualmente preparado. En el caso de no haber practicado deporte lo ideal sería ir entrando progresivamente en el grupo intentando que la adaptación del cuerpo a ese ejercicio físico sea lo más rápida posible. No estoy hablando de un mes, ni dos, quizás un año o dos sea lo ideal hasta que el jugador esté preparado físicamente al nivel del resto de compañeros, pero habitualmente la impaciencia nos juega malas pasadas y queremos que esté cuanto antes. Es un error que todos cometemos, hasta los que sabemos que está mal hecho. También es cierto que no puedes crear un plan para cada jugador, pero si tener en cuenta algunos aspectos como este que son más importantes para que el jugador no se frustre y se adapte bien. Algo tan simple como una entrada a canasta con vallas para trabajar la potencia de salto para un jugador que ya lo ha hecho en años anteriores puede no ser un ejercicio difícil, para un jugador que acaba de empezar se le hace imposible saltar la valla. La solución sería poner una más pequeña o que simule el salto sin poner la valla y que progresivamente se acople a la misma altura, velocidad y dinámica que realizan sus compañeros. Al final, si quieres es muy fácil adaptar los ejercicios, pero todo lo que supone un esfuerzo extra de pensar nos suele costar bastante trabajo.

Después de estas pequeñas reflexiones quiero proponer la planificación de la que he hablado al principio de una forma más práctica o más visual.

En esta tabla podéis observar las edades dentro de las etapas que propone Platonov y acorde a las categorías que defiende el reglamento de baloncesto hoy en día. Para cada una de ellas tenemos especificado el número de semanas al año que debiéramos entrenar, así como el número de sesiones dentro de cada semana y la duración de cada sesión. La última variable es el volumen en minutos semanales, que podría hacerse tanto mensual como anual, y se observa claramente como hay un incremento progresivo a lo largo de la vida deportiva. Es un ejemplo más, que habrá muchos, de cómo hacer una planificación a largo plazo buscando el objetivo claro de formar jugadores para que a una edad determinada den un rendimiento óptimo. No quiero que el que lea este artículo se crea que esta planificación es la perfecta y así se debe hacer, pero sí es importante que nos quedemos con la idea de que hay que hacer planificaciones a largo plazo y no a medio o corto. Plantear los objetivos al principio es importante, y luego en función de cómo se esté desarrollando el plan, adaptarlo a la situación en cada etapa. Lo esencial es creer en el modelo que estamos proponiendo y ser constantes en él, los resultados llegarán. “Lo que hagamos hoy, será el fruto de mañana.”

Extraído de generabasket.com


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