Es la palabra mal utilizada cuando las explicaciones no nos convencen y los resultados no acompañan. Es una forma inteligente de huir de la auto crítica, y en ocasiones sólo ella nos puede ayudar a explicarnos el éxito de nuestros enemigos, en vez de ser capaz de mirar más allá. Fueron los griegos los que encontraron las tres hijas de la suerte: fortuna, destino, azar. La fortuna son las capacidades que te han sido otorgadas (aptitud), eldestino es lo que tu creas trabajando y creyendo en tu fortuna (actitud), y el azar son las oportunidades que te da la vida para demostrar esa fortuna y ese destino, (¿estás preparado?). Hay un gran libro que lo traduce muy bien al lenguaje moderno: El libro de la buena suerte nos dice que nosotros sólo somos creadores de circunstancias, creadores de posibilidades que luego nos ayudan a crear más en una cadena infinita. Soy consciente de que conseguir algunas cosas es difícil, pero me pregunto qué puedo hacer para que fuese más sencillo, incluso aplico esta teoría para causas imposibles. De veras que da resultado. Seamos creativos e intuitivos para no utilizar la palabra suerte como el final de nuestro camino, o como algo que nos lleve a acomodarnos y continuar avanzando.
Creo que el gran secreto que diferencia a los equipos de trabajo buenos de los excelentes es el siguiente: los buenos muestran lo que llevan dentro sus capacidades. Los excelentes tendrán el talento de demostrar e intentar hacer cosas nuevas, para que cuando el conjunto las detecte, pueda creer en ellas y hacer crecer al grupo.
Invitad a los equipos de trabajo a mostrar sus cualidades, a intentar demostrar cada día una cosa nueva, un valor añadido que los diferencie y nos ayude a crecer. Y a no mal utilizar la palabra suerte como la excusa perfecta para no avanzar, para no crecer, para no ser responsables de nuestros resultados.
Artículo de Jenaro Díaz. Entrenador Ayudante en el BC Khimki de Moscú y en la Selección Española de Baloncesto.
