Todo empieza por cuidar nuestra imagen como entrenadores. En el artículo cada escuela es un tesoro, explico varios puntos que pueden ayudar a proyectar la imagen que queremos dar hacía el exterior, aunque si tuviera que resumirlo todo en un sólo detalle, diría que es contagiar ilusión y respeto por el baloncesto.
El trabajo con nuestros niños tiene que ser serio y sincero
La mejor manera de enganchar a los niños es desde entrenamientos bien preparados en los que en cada momento se busque trabajar para mejorar cierto aspecto. Personalmente cada vez soy menos partidario de enmascarar los ejercicios para trabajar algún detalle o concepto sin que ellos se den cuenta, usando juegos que tienen poca transferencia al baloncesto.
Los niños y niñas no son tontos, podrán no entender ciertas cosas, pero de lo que si se dan cuenta, es cuando están entrenando enfocados en mejorar, o cuando entrenan para pasar el rato. A la larga si conseguimos que el niño o la niña asista a cada entrenamiento con la mentalidad de buscar mejorar y entrenar “de verdad”, si logramos que sea consciente de su propia mejora a la hora de jugar, habremos conseguido inculcarles el elemento que a mi forma de ver, más los va a enganchar a seguir practicando baloncesto.
El listón de seriedad en el entrenamiento lo marca el entrenador. Para ello debemos ser rigurosos creando ciertas normas con naturalidad, que ayuden a establecer un marco de seriedad en nuestra actividad. Cosas como la puntualidad, el respeto entre compañeros, nuestra manera de dirigirnos a ellos, la comunicación continua con los padres o el preocuparnos por como van en la escuela, son detalles que ayudarán a mejorar la percepción de la importancia que le dará el niño hacía el baloncesto. Si descuidamos las pequeñas cosas de cara a el niño y su familia, el baloncesto caerá en el cajón de una “actividad más como cualquier otra…”, cuando nuestro objetivo ha de ser que realmente se apasione por el baloncesto y le de la importancia que se merece.
No me gustaría terminar sin dejar clara la idea de que seriedad no tiene nada que ver con aburrimiento, ni enfado o tristeza. Ser serios no significa que los niños dejen de ser niños, debemos conseguir usar un estilo comunicativo adecuado, para conectar con ellos, y que a la vez entiendan y respeten, prestando atención a lo que se les diga. Para combatir el aburrimiento es importante preparar entrenamientos dinámicos y variados en los que tengan que escucharnos poco, y que estén mucho tiempo con un balón en las manos, en movimiento.
Extraído de tubaloncesto.es