Me estoy refiriendo a la afición por el baloncesto, o más concretamente al gusto por el baloncesto, sí ya sé que todo está relacionado, pero tiene que haber algo más que el binomio enseñanza-aprendizaje.
Comenzamos en la Escuela de Baloncesto o similar, pasamos por el premini, el mini, luego llega la categoría infantil que nos parece ya “de mayores”, y todo ello de la mano de nuestros padres o familia, y por circunstancias bien de tradición, de elección ante varias alternativas deportivas para el ocio, por conveniencia de horarios, porque es más barato que otras actividades…, en fin que comenzamos en el baloncesto vete a saber por qué.
Pero llega un momento en que la jugadora debe afianzar su voluntad de continuar en el baloncesto, debe demostrar su grado de implicación con el mismo y debe tomar una gran decisión de forma autónoma: ¿me gusta realmente el baloncesto?, ¿hasta qué punto?, ¿sigo o abandono?
Debemos enseñar SÍ!, debemos corregir SÍ!, debemos ganar SÍ!, debemos formar SÍ!, pero también debemos transmitir ilusión y hacer ver a la jugadora las muchas maneras de practicar, vivir y disfrutar con y del baloncesto.
Un comentario excesivamente largo, pero viene a colación de que observo en estos campeonatos, en ocasiones, un exceso de tensión, de presión o de stress tanto dentro como fuera de la pista, y no quiero decir que no se haga todo lo posible por intentar ganar, ojo, pero sí deberían importarnos las formas porque a veces el fin justifica los medios pero otras veces no.
Ya sé que es muy difícil, y hasta cierto punto utópico, pero debemos intentar conseguir que la jugadora se divierta dentro de la pista y de esa forma seguro que conseguimos un gran objetivo: que su grado de implicación con el baloncesto, y su rendimiento, aumenten considerablemente.
La categoría cadete es la antesala al abandono de la práctica deportiva que llegará en junior, y donde aún podemos prevenir antes de que sea demasiado tarde. Hagamos un esfuerzo.