Consejos para padres y entrenadores. ¿Qué debemos conocer?
¿Cómo podemos ayudar a estos niños?
El deporte es bueno para todas las personas ya que incide en una vida saludable, es fundamentalmente bueno para todos los niños y adolescentes ya que favorece el desarrollo armónico de su crecimiento y lo es para los niños hiperactivos ya que, además, les puede facilitar el canalizar ese sinfín de energía que poseen.
Los niños hiperactivos, sobre todo aquellos del tipo predominantemente impulsivo, desarrollan una gran energía física, “no paran”, y este movimiento, natural en ellos, les lleva de acá para allá, frecuentemente sin una meta fija. El deporte puede resultar para ellos una vía terapéutica que les permita ejercitar su autocontrol en la medida en que ponen en marcha su organismo con el fin de conseguir una meta definida.
Las características motrices de los hiperactivos
Para que el deporte sea valioso para el niño hiperactivo hay que tener en cuenta las características que le definen: es inquieto, mantiene el interés por poco tiempo, se cansa de las actividades que inicialmente fueron atractivas, es inconstante… Estas características no son, inicialmente, las más idóneas para ser un buen deportista.
Por otro lado, según estudios realizados sobre las variables motrices de los niños hiperactivos, tenemos información que apunta a que un 52% de estos niños tiene como trastorno asociado, una menor habilidad motora, tanto a nivel gruesa como a nivel de la motricidad fina, que los convierte en más torpes que los niños de su edad (sobre todo en el caso de los de predominio inatentos). Pueden tener una gran capacidad para el movimiento, pueden ser incansables y sobresalen en potencia muscular y agilidad, sin embargo, les cuesta aquellas actividades que requieran una buena coordinación visomotora y tono muscular. Esta dificultad motriz tiene que ver con la forma de coger el lápiz, con la calidad de la caligrafía y de sus dibujos, con el andar desgarbado, el saltar, con el baile, que siendo incansables y haciendo piruetas no las coordinarán con facilidad con el ritmo de la música.
Otra característica motriz de estos niños es la gran elasticidad ligamentosa que tienen y una hipotonía constitucional exagerada que les permite mover los dedos, los hombros o las piernas con una flexibilidad atípica, esto les faculta para determinados deportes.
¿Cómo deben actuar los padres?
Es importante que desde pequeños, los padres de niños hiperactivos fomenten la realización de actividades físicas y deportivas, pero siendo conveniente para ellos el deporte, estas actividades les van a resultar dificultosas: les va a costar ser constante, tienden a ser competitivos, pero no siempre son eficaces y la frustración que les genera les puede llevar al desánimo y al abandono. No todos los profesores van a entender sus problemas atencionales y de impulsividad.
Si los padres ponen empeño y consiguen que su hijo lo ponga, puede tener unos efectos muy positivos, ya que el deporte se desarrolla en un ambiente estructurado que les permitirá aprender, con el tiempo, a tener un compromiso, planificar su actuación, actuar con autocontrol, respetar las reglas, ser consciente de que su éxito es el éxito de otros (en los deportes de grupo). Un entrenamiento continuado, unido a su tratamiento psicológico, les puede facilitar un buen manejo de su hiperactividad.
El mejor lugar para ellos no es el que desarrolla el deporte a un nivel muy competitivo, este enfoque no es bueno porque sus características pueden hacer que no cumplan con las expectativas establecidas, y su falta de eficacia, les produzca frustración y, por tanto, falta de motivación y abandono.
El enfoque debe ir hacia el “deporte divertido” donde el resultado no es lo fundamental, lo importante debe ser favorecer el cuerpo, disfrutar practicando y superarse cada día.
¿Qué deben conocer los entrenadores?
El profesor o entrenador debe entender que en estos niños interés y atención no van unidos, de manera que pueden tener interés y no prestar atención a lo que se dice. Pueden entender las reglas, pero la impulsividad les puede llevar a no respetarlas. Pueden correr con fuerza con la pelota, pero no la pasan en el momento adecuado. Estos comportamientos no los realizan de forma consciente y no los pueden controlar con la voluntad, sí con el entrenamiento. Es preciso confiar en ellos y que se den cuenta de esta confianza, generando cierta complicidad.
Para ir a favor de estos niños los entrenadores deben tener en cuenta que hay que:
- Definir las reglas de cada actividad: las entienden pero su impulsividad y la falta de memoria de trabajo, les dificulta su cumplimiento.
- Dar instrucciones de forma breve, clara y concisa: se pierden si el mensaje es largo.
- Presentar las actividades y los descansos, organizados.
- Planificar las acciones que se encaminan a la meta: -“Para conseguir…. debemos hacer…”
- Acordar señales para favorecer su atención: llamarles la atención ante sus compañeros puede reforzarles en su papel de “malo” o “pasota”.
- Promover que sus compañeros les entiendan y les acepten, aunque esto no quiere decir que no les marquen cuando cometen errores.
- Reforzar los pequeños logros para facilitarles la motivación: su falta de autoestima y resistencia a la frustración, les suele llevar a no valorarse.
- Reforzar los pequeños logros para facilitarles la motivación: su falta de autoestima y resistencia a la frustración, les suele llevar a no valorarse.
- Mostrar los puntos fuertes y los débiles como parte de las diferencias individuales.
- Mostrar los puntos fuertes y los débiles como parte de las diferencias individuales.
- Mostrar los puntos fuertes y los débiles como parte de las diferencias individuales.
- Reforzar las conductas adecuadas: es conveniente que valorando lo positivo aprendan a conocer lo que realizan bien.
- Ignorar las conductas inadecuadas, salvo en aquellos casos que rompan la estructura de clase, en esos casos, manejar sistemáticamente la consecuencia pactada.
- Actuar y no hablar.
- Manifestar los errores con ánimo de que mañana lo hagan mejor: la empatía y el compromiso son más efectivos que el castigo.
- No etiquetar o hacer juicios de valor sobre conductas negativas: no son conscientes y no lo hacen adrede, esto les hace sentirse humillados y se disparan emociones negativas que no les dejan aprender de lo ocurrido.
- Proporcionarles las vías positivas de análisis de la conducta negativa: si no entienden lo que han hecho mal y por qué, la conducta negativa se repetirá.
- Facilitarles la adquisición de habilidades motoras adecuadas y precisas.
- Creernos que si conseguimos que progresen en el deporte, progresarán como personas, como estudiantes y como deportistas.
¿Qué deportes son los más adecuados?
Van más a su favor aquellos deportes que requieren fuerza y en los que no sea fundamental la habilidad en la coordinación.
Les van mejor aquellas actividades deportivas individuales: las actividades gimnásticas, el atletismo, el ciclismo, las artes marciales –judo, kárate y taekwondo– la natación, el patinaje sobre ruedas o sobre hielo–, la equitación, el surf, el motociclismo de velocidad, el golf, el tiro con arco y la natación; o de parejas: el bádminton, el tenis.. Se les da inicialmente peor aquellos deportes que son de equipo y más competitivos: el futbol, el baloncesto, el balonmano, el balonvolea
El deporte de equipo preferido es el fútbol, pero sus cualidades físicas no son las más idóneas por falta de habilidad para regatear y desde muy pronto quedan relegados a cubrir el puesto de guardameta o, como mucho, el de defensa; muy pocos juegan de delanteros.
Casi todos los niños españoles inician su actividad deportiva con el fútbol en los patios de los colegios intentando darle patadas, primero, a una pelota y, después, a un balón. Muchos se convencen de que este deporte no es en el que sobresalen, no obstante, un buen entrenamiento y un buen entrenador (que les entienda y ayude) puede hacer que un amplio número de estos niños continúen jugando y lo pueda hacer bastante bien.