Si cuando uno ya tiene una edad quiere seguir aprendiendo, nadie podrá discutir que un niño lo que más desea es que le enseñen. Pero, claro, para enseñar a niños se debe ser maestro de escuela y no catedrático universitario, y que uno sepa que dentro de un grupo de futuros canasteros, de una misma generación, hay enormes diferencias. La distancia en meses, dentro del mismo año, conlleva una disparidad de desarrollos físicos, entre los nacidos en enero o los que lo hicieron sonando las campanadas, y diversos grados de madurez. Por otro lado, la alarmante maduración prematura, a base de musculación anticipada, frena el crecimiento pero aumenta éxitos inmediatos y engaños futuros.
Un niño lleno de bíceps y cuádriceps es un dominador momentáneo por su fuerza y salto, ante otro que no haya tocado una pesa. Esto siempre será útil para obtener MVPs y algún campeonato, pero inútil para el que busca realmente jugadores de futuro. Los ya hechos son lo que son y serán, desde los 14-15 años, apuestas a corto plazo que en muchos casos dañarán a una estrella del momento o un estrellado futuro.
Para centrar lo que debe ser o hacer un entrenador formativo, que no ‘deformativo’, se deberían tener en cuenta una serie de parámetros ineludibles:
- No marcar diferencias entre los unos y los otros, aunque internamente sepáis que las hay. Si las marcáis, dividiréís el equipo entre listos y tontos, buenos y malos, para al final llenar el grupo de creyentes e incrédulos.
- Formularos esta pregunta: ¿Quién sabe a ciencia cierta lo que deparará el futuro?
- Mantened la llama para que no se os apague.
- Repartid pan para todos y así todos se presentarán en la mesa, aunque al final más de uno se quede con el mendrugo.
- Haced que el banquillo juegue, aunque no juegue.
- Cuando cambiéis a alguien tras un error (ya me parece un error) dad una explicación no un bufido.
- No rabiéis como un niño.
- Respetad y seréis respetados.
- Nadie es perfecto y vosotros tampoco.
- Sacad la zapatilla como una madre pero también entregaos como ella.
- Sed un buen padre que pone los puntos sobre las íes y los abrazos sobre las espaldas cuando son necesarios.
- Haced menos gestos de entrenador para adultos (gestos de desaprobación, aspavientos, soplidos, gritos silenciosos que no explican nada, autoritarismos infantiles, líneas de castigo con el balón olvidado y desprecios a menores que deberían estar tipificados como delito ante un juez) y dad más explicaciones para niños.
- No olvidéis que es un juego aunque os juguéis vuestro ego.
- Sed adultos en conocimiento del juego, no en actitudes. Sedlo en las formas (si queréís) pero no en las maneras.
- Generad confianza, no recelos.
- No menospreciéis, apreciad.
- No os los merendéis, merendad con ellos.
- No utilicéis vuestra autoridad, ganárosla.
- Pensad en el futuro, no en el presente.
- No seáis resultadistas, soñad con los resultados futuros.
- Sabed ver el jugador que se le supone va a ser mañana (es muy difícil), no el que es ahora.
- Poned en primer término las mejoras técnicas sobre las físicas, que estas siempre llegan.
- Haced grande al que intenta algo nuevo y minimizar al previsible.
- Poned el oído, no la oreja.
- Poned los ojos, no mirad para otro lado.
- Extended la mano, no sólo golpes en la mesa.
- Sonreíd aunque sólo sea una vez para que fluya una sonrisa.
- Anteponed el balón al ‘hostión’.
- Fijaos más en el que tiene recorrido que en el que está en la meta.
- Premiad para que a vosotros también os premien.
- No deis ventajas ni seáis ventajistas.
- Haced un equipo no un conjunto de individuos.
- No perdonéis al ‘bueno’ y abuséis del ‘malo’.
- Repartid cartas para todos, no ases para unos pocos.
- Sed personas antes que entrenadores.
- No haced daño que nadie se lo merece cuando hablamos de un juego y de niños.
- Dad soluciones, no creéis problemas.
- Sabed que sus mentes no están formadas, pero que no son tontos.
- Pensad y sentid que son vuestros hijos.
Creo, sinceramente, que cumpliendo estos básicos parámetros los entrenadores de formación dejarían de ser de ‘deformación’ y harían un bien incalculable a nuestro inteligente y amado deporte, entre dos aros, y sobre todo a unos niños ilusionados.
Extraído de basketconfidencial.com