El ámbito deportivo no es ajeno a ello. Así, ante un mismo hecho, por ejemplo, un choque entre jugadores, uno puede considerar que ha sido fortuito y otro pensar que ha sido intencionado; ante un movimiento de un jugador, unos pueden considerar que es correcto y otros no, etc. por lo que desde sus inicios, el deporte ha desarrollado unos reglamentos que permiten regular las actuaciones y los conflictos surgidos de la aplicación de éstos se han resuelto a través de los jueces de competición o árbitros.
Este tipo de resolución parece bastante eficaz ya que, a través de un tercero, que se supone imparcial y neutral, se decide y se resuelve una situación de forma rápida y con poco coste. No obstante, este tipo de resolución también tiene desventajas que fundamentalmente se centran en la insatisfacción generada en alguno de los implicados.
Dado que no todos los conflictos surgidos en el deporte requieren una premura como los relacionados con la aplicación de las reglas de juego (e.g., desacuerdos entre algún/os jugador/es y entrenador, entre padres y entrenador, entre director técnico y entrenador, entre jugadores, padres, directivos, etc.), parece conveniente utilizar otras fórmulas de resolución de conflictos que permitan que las partes se sientan más satisfechas con la solución.
Por ejemplo, imaginemos que un club de baloncesto, fútbol u otro deporte tiene en su reglamento que aquellos familiares que tengan un comportamiento inadecuado en las gradas podrán ser expulsados de la misma. Hasta ahora, este tipo de situaciones suele resolverse de dos formas: 1) enfrentándose a esos familiares, lo que puede conllevar más problemáticas y 2) resignarse y no hacer nada, lo que supone no resolver el problema.
A través de la mediación, lo que se plantea es que en otro momento (e.g., durante la semana siguiente), los familiares y los responsables del club se reunieran junto a un mediador para poder trabajar esa situación y llegar a acuerdos que satisficieran a ambas partes, favoreciendo su cumplimiento y mantenimiento en el tiempo.
Para conseguir estos objetivos, el proceso de mediación ha de cumplir con una serie de principios como son la confidencialidad, voluntariedad, imparcialidad, neutralidad; seguir una estructura organizada y basada en modelos teóricos. En definitiva, ser realizada de forma estandarizada por profesionales de la mediación con conocimientos en deporte.