Y año tras año cuando los entrenadores y preparadores físicos nos ponemos a preparar la nueva temporada nos vienen a la cabeza las mismas preguntas: ¿Qué días entrenamos? ¿Cuantos entrenamientos semanales hacemos? ¿Cuantas más horas metamos, mejor seremos? La respuesta a estas preguntas es de fácil deducción pero difícil ejecución: Cuantificar la carga del entrenamiento y romper con el mito de: Cuanto más, mejor. Así dicho queda muy bonito pero, ¿Cómo medimos la carga de un ejercicio de 2c2 + 1 en media pista? ¿Como cuantificamos la carga de trabajo de un deporte tan complejo como el baloncesto? Donde nos encontramos infinidad de variables a controlar: Trabajo físico (Fuerza, velocidad, resistencia, coordinación…), trabajos técnico-tácticos (individuales y colectivos), parámetros fisiológicos (Fc, VO2max, lactato sanguíneo…).
En el entrenamiento de alto rendimiento, el preparador físico dispondrá de tecnología adecuada para esta labor, ya sean pulsómetros para controlar la intensidad, analizadores de lactato, maquinas de musculación específica, MuscleLab… Con la escasez de recursos que solemos tener en equipos de cantera, se antoja una tarea complicada poder llevar un control de la carga de trabajo de manera objetiva y fiable para poder sacar conclusiones practicas. Por esta razón, la mayoría de entrenadores se guían por el “ojímetro” para valorar el “cansancio” de los jugadores y de ahí que veamos en algunas ocasiones entrenadores que hacen “barbaridades’’ con sus equipos, tanto en exceso como en defecto.
Es relativamente fácil cuantificar el volumen-intensidad del trabajo de fuerza o resistencia en las fases preparatorias, el problema viene cuando a eso, le añadimos sesiones técnico-tácticas, por ello, debemos tratar de buscar metodologías alternativas más científicas y objetivas para obtener los datos que queremos cuantificar.
Algunos preparadores físicos se guían por los resultados de los test de pretemporada, pero éstas pruebas han de tener una alta correlación respecto a las capacidades que queramos mejorar, adaptarlos a una situación de juego lo más real posible y que el entrenador disponga de los conocimientos necesarios para luego aplicarlo. Otros autores proponen diferentes métodos:
- Coque,I. “Valoración subjetiva de la carga de entrenamiento tectico-tactico, una aplicación practica (I)”. Clinic 2009ª, num. 81, p. 39-43.
- Del Campo,J.; Alvarez,J., y Lorenzo,A. “La percepción del esfuerzo: concepto, características y aplicación al control del entrenamiento en baloncesto.
- En: Terrados, N., Calleja, J. (eds). Fisiología, Entrenamiento y Medicina del Baloncesto. 1º Edición. Badalona: Paidotribo, 2008, p. 121-134
Una vez más, la solución a este problema la podemos tener el la periodización y planificación del trabajo de la temporada, acorde con los picos de forma ( partidos o campeonatos de suma importancia) que queramos alcanzar en la temporada, y siempre teniendo en cuenta como máxima norma, lo que en mi opinión son los dos principios claves del entrenamiento deportivo: el principio de supercompensación o sobrecarga y principio de la continuidad.
A modo de conclusión me gustaría exponer que entrenar más no lleva a ser mejor equipo, en determinados momentos, el descanso es el mejor entrenamiento que le podemos ofrecer y que nuestros jugadores al fin y al cabo son personas, son organismos, mundos diferentes donde dentro de ellos se producen adaptaciones diferentes, hay que tenerlo en cuenta.