Creo que la “motivación” es la capacidad más importante que debe poseer un entrenador. La experiencia me ha enseñado que de poco valen tus conocimientos técnicos si además no sabes como tratar a tus jugadores, como dirigirlos, como orientarlos y como mentalizarlos para lograr siempre el mejor rendimiento.
Todo el mundo me pregunta como motivo a los jugadores de la NBA. Antes que nada, hay que pensar lo que significa la palabra “motivación”. Si la partimos, veríamos que está formada por dos conceptos claros: “motivo” y “acción”. La palabra “motivo”, es la intención de una persona, es la causa que le lleva a hacer alguna cosa: es la razón por la cual nos movemos. Una vez que hemos establecido el motivo, vayamos a concretar la palabra “acción”, que es llevar a la práctica una intención, un propósito.
Por lo que podemos deducir, la “motivación” es la razón por la que nos movemos para concretar una acción, en definitiva es “hacer algo”. Yo creo que lo importante no es como puedo motivar a los grandes jugadores, a hombres de la talla de Magic, Kareem, o Ewing.
La pregunta a formularse es: ¿cómo te motivas a ti mismo?. Esto es lo realmente importante, porque es algo que tiene que ver directamente con uno mismo, no algo que atañe a otras personas Es por ello que cuando hablamos de “trabajar en equipo”, a cualquiera de los jugadores que quiere formar parte de algo, que quiere ser parte del equipo, sea cual sea: olímpico, de la NBA, de los Knicks, del Real Madrid o del equipo de tu pueblo, simplemente tienes que explicarle tu filosofía, tu plan de trabajo, tu forma de realizarlo, tu orgullo, tu capacidad ganadora, tus entrenamientos.
Entonces los jugadores deben juzgar si está bien lo que le propones y decidir si están de acuerdo, y con ello se integran; o no lo están y se marchan. En este planteamiento no hay una vía intermedia, no hay posibilidad de acuerdos parciales, no hay posibilidad de que exista ambigüedad en las relaciones: o estás conmigo o contra mí, estás “dentro” o “fuera”.
Esta actitud es la que determina tu fuerza como entrenador. Tienes que convencer a los jugadores de lo que tú vas a hacer como entrenador es sólo el interés absoluto del equipo. Cualquier objetivo personal que tienen los jugadores (contratos, aspiraciones estadísticas, presencias en selecciones, All Star, etc.), es algo secundario con respecto a los objetivos del equipo. En el momento de la verdad ningún jugador está por encima del equipo y me da igual cuales son las condiciones que quieran marcar los jugadores y, por supuesto, los directivos.
Ser entrenador es algo que tiene que ver con el respeto, con la dignidad, la integridad, la confianza y, como entrenador, estás obligado a mantener esta filosofía.
La integridad es un sentido de las obligaciones que uno tiene, y tú como entrenador, como maestro, estás obligado a hacer lo mejor para el equipo. Tienes que tener una actitud, una filosofía, una forma de hacer las cosas, y cuando tú le das al equipo unas instrucciones, una manera de jugar, sea cual sea, los jugadores deben aceptar o irse, deben estar “dentro” o “fuera”.
En estas circunstancias sólo debe haber una “voz” la tuya, no la del entorno, la de la gente, la del presidente, la de los periodista.Tú tienes que conseguir que el equipo confíe en “tu voz”; el equipo debe pensar que lo que tú estás haciendo es lo mejor para ellos. Así se logra el respeto, y este respeto es el que sirve para crear la confianza necesaria para que los jugadores siempre piensen, en cualquier momento y circunstancia, que tú estás haciendo lo mejor para ellos, y si todo el mundo hace lo que tiene que hacer, tendrá éxito.
Todo lo que estoy comentando parece un gran riesgo para un entrenador, especialmente cuando está en un equipo con una estrella que no está de acuerdo con sus procedimientos, o sea que está “fuera”. Este es un momento muy difícil y que hay que resolver. No puede ser que pasemos por encima del asunto, que intentemos quitarle importancia. Cuando al jugador le dices: “oye, tú no estás dentro del equipo”, y éste te responde, con palabras o con la actitud en la cancha: “al diablo contigo, yo voy a hacer lo que me da la gana”, no puedes dejar de intervenir.
En estas situaciones mi experiencia me ha enseñado que sólo hay una forma de motivar a este tipo de jugador, que no es ni el dinero, ni el temor, ni la propia automatización o el propio orgullo, sino el que el único motivador es el …banquillo. Todos los jugadores quieren jugar, es su primer objetivo, su finalidad; si le quitas este objetivo, esta posibilidad, encontrarás el primer escalón de la motivación. El jugador debe entender que si no juega duro, si no hace lo que tiene que hacer, es tu obligación de entrenador sentarle en el banquillo para que reflexione y para no crear agravios comparativos con otros compañeros. Si como entrenador actúas de esta manera, demostrarás que tienes integridad, que tienes principios, y serás respetado. Si por ello te echan de tu trabajo, pues habrá que asumirlo, pensando que en algún lugar alguien creerá en lo que tú haces y te dará trabajo y podrás ganarte la vida respetando y manteniendo por encima de todo tu integridad.
Debemos recordar que el trabajo en equipo es la esencia de la vida; en el deporte, en los negocios, en la familia, en cualquier lugar se funciona y se tiene éxito en grupo
Todos nos necesitamos y confiamos los unos con los otros. Esta es la esencia de lo que yo creo debe ser la figura del entrenador. Significa estar juntos, mantener la igualdad, trabajar con buena actitud, tener dureza mental. El entrenador y el jugador trabajan en el mismo ambiente, en la misma situación y es fundamental que tengan un espíritu similar.
Lo más difícil de hacer como entrenador, como padre, como maestro, como presidente o como cualquier persona que tiene responsabilidad en este mundo, es que la gente haga las cosas que no quiere para que se pueda conseguir un objetivo común, para que se beneficie, en este caso, el equipo.
Tienes que seguir enseñando a los jugadores egoístas, que sólo se preocupan de sí mismos, del dinero, de la fama, de su posición, del reconocimiento público, de las cosas que no tienen valor, que salgan de su propio entorno, de sí mismo, y “entren” en tu filosofía voluntariamente y ayuden al equipo a coordinarse y así haya una cooperación voluntaria. Para conseguirlo hay que crear un entorno en el cual todos los jugadores entiendan que su aportación no sólo beneficia a ellos mismos sino que, sobre todo, debe beneficiar al equipo.
Esta es la misión más difícil que tenemos los entrenadores: enseñar a los jugadores a prescindir de su egoísmo, de salir de su ego para aportar algo al grupo. Es fácil para mí citar ejemplos, pero hay uno por encima de todos, se trata de Magic Johnson, el jugador con más talento de los que he podido entrenar. Magic tiene un don especial que es no ser egoísta y en el momento que él entendió cual era su cometido, se convirtió en un líder carismático, en un hombre que por sí solo creaba motivación en abundancia. Con Magic presente, yo no necesitaba romperme la cabeza para que todo el mundo trabajara de la forma más correcta, él era el primero en comentar: “oye chico, aquí se trabaja por el bien del equipo; éste es el camino a seguir y no el que tú crees”. Y las cosas funcionaban. ¿Por qué?. Simplemente porque Magic entendió lo que significa ser un hombre de equipo. A él le da igual el dinero; el dinero va detrás de él, le persigue, la gente se lo quiere dar; el no quiere reconocimiento, no lo necesita. El lo que quiere es ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean lograr. En definitiva, él va aayudar a su equipo a ganar.
Si coges “talento” y lo mezclas con la “actitud”, puedes hacer lo que quieras. Por eso los Lakers fueron un equipo ganador en la década de los 80 ganando más partidos que nadie en la historia de la NBA. “Ellos” tenían talento y lo supieron unir a una actitud ejemplar porque entendieron que sin esta actitud, por sí solos, no hubieran logrado nada, y si perdían, por muchos éxitos personales que hubiesen cosechado, hubieran sido unos fracasados, mientras de la otra manera lograron un equipo ganador y capitalizaron la atención de todos y el reconocimiento unánime a su trabajo y al trabajo de un entrenador que puso los cimientos para que aquello ocurriera.
Todo esto que os he explicado es, pues, la “esencia” de lo que venimos llamando “motivación”. Tú como entrenador, debes encontrar jugadores que tengan una actitud correcta, esa misma que quizás desarrollaron cuando eran jóvenes, que recibieron de sus padres, de sus profesores, y convencerles para que la saquen desde dentro y la ofrezcan de forma voluntaria en beneficio del equipo porque su propósito es ganar, porque quieren formar parte de algo significativo, de algo trascendente. Este es otro objetivo muy importante para un entrenador: encontrar aquellos jugadores que se ajusten a tu proyecto como entrenador, porque lo más importante es que todos entendamos que lo que hacemos es realmente significativo, que tiene utilidad, que es algo de nosotros mismos que aportamos en beneficio del grupo de trabajo, y que tenga significado lo que realizamos.
Hay una cita en mi país que dice que: “el temor más grande del hombre es el de ser extinguido, y lo que teme aún más es convertirse en un especie extinguida con insignificancia”.
Es por ello que a mí no me preocupa sólo el ganar; yo quiero entrenar a equipos que quieren ser algo especial; yo quiero formar parte de un equipo en que todos: entrenadores, jugadores, gerentes y profesionales del club, se van a ayudar entre sí para convertir al equipo en algo especial. Este creo que es el trabajo de equipo.
He oído que parece que hay diferencias entre jugadores europeos y jugadores americanos. Que aquí es difícil conseguir a jugadores que se entreguen totalmente. Pienso que si tú no puedes conseguir crear un buen espíritu de grupo probablemente no ganarás; es posible que tengas algún que otro éxito, pero a menos que tú no puedas conseguir que los jugadores se sacrifiquen y desarrollen la actitud correcta acerca de la forma de trabajo, del planteamiento del grupo, del orgullo personal y colectivo, de los entrenamientos, nunca conseguirás ganar grandes cosas ni tendrás buenas satisfacciones como entrenador.
La motivación es desarrollar una razón para ti, tú razón, para ir por encima, más allá, de la motivación normal, la cual posee todo el mundo; debes realizar un gran esfuerzo personal para ir más allá desarrollando todas las razones al mismo tiempo y conseguir el éxito. ¿Cómo se consigue? Se hace estudiando, hablando, investigando, leyendo libros sobre entrenadores, libros sobre motivación, ir a clinics, escuchar a los que más saben, tener un buen grado de humildad. El éxito es difícil, no viene por sí solo, no se adquiere en el supermercado de la esquina; es algo duro, pero se puede conseguir y es tu trabajo, tu tarea conseguirlo.
Para finalizar, quisiera contestar a una pregunta muy interesante que me han planteado: ¿cómo conseguir el equilibrio en la motivación en situaciones de partidos seguidos ganados, cuando los jugadores piensan que son los mejores, o al contrario cuando se pierden muchos partidos y los jugadores piensan que el entrenador es el peor?
La respuesta para mí, es simple: tienes que enseñar a tu equipo que perder forma parte del juego, como ganar. Nosotros cuando empezamos una temporada y programamos el trabajo, sabemos que podemos perder “x” número de partidos en la temporada y me da igual el orden en que los perdamos. Si mantienes el cupo de derrotas en las previsibles en tu programación, no debes preocuparte. El equipo no puede estar demasiado alto de motivación ni demasiado bajo, y cuando perdemos lo hacemos todos, y nos da igual la prensa, el público, los dirigentes y cualquier otra persona que no está integrada en el equipo. Los doce jugadores y los tres entrenadores es lo único que importa.
Esta es la “familia” y los demás son “oponentes periféricos” que pueden romper este “espíritu de equipo”. De ahí la importancia de lo comentado anteriormente de estar “dentro” o estar “fuera”. Cuando se está “dentro”, se está cuando se gana y cuando se pierde. Hay jugadores que sólo están cuando pierden porque se justifican con sus estadísticas. Estos son jugadores de los que hay que deshacerse si queremos realmente tener un equipo con motivación y voluntad colectiva.